Martín Bauer
El minimalismo en la música y en las artes escénicas
Seminario
Si bien el término minimalismo está más asociado a las artes visuales o a la música, fue muy importante también el desarrollo que esta corriente estética tuvo en las artes escénicas.
Esto supuso no solo una cantidad de artistas muy talentosos involucrados, sino también la aparición de nuevos espacios consagratorios como fueron la Hudson Memorial Church en el Washington Square neoyorkino o la legendaria Brooklyn Academy of Music (BAM) en cuyos escenarios tomó impulso esta corriente.
Ambos movimientos – minimalismo en la música y en las artes escénicas -convivieron, se estimularon e influyeron mutuamente. Y aunque tuvieron sus propias reglas, su propia impronta -y por lo tanto su autonomía- participaron del mismo clima de época.
Respecto a la música, ningún estilo musical del siglo XX produjo tanta controversia como el minimalismo. Estas discusiones se daban en general en la superficie. Hay que tener en cuenta que en algunos casos se trató de fenómenos comerciales de enorme impacto de ventas, tanto en discos como en entradas para los conciertos o espectáculos.
Para sus defensores, la franqueza y accesibilidad de la música restauraba el vínculo entre creadores y el público, que sin dudas se había perdido en los derroteros de los experimentos serialistas de las grandes escuelas musicales europeas que surgieron al final de la segunda guerra mundial. Para sus detractores, se trataba de una irritante simpleza o ingenuidad, enmascarada en un contexto artístico, pero que no era más interesante o mejor que muchos fenómenos de la música pop.
También es cierto en muchos casos, que los propios creadores tomaban el nombre de minimalismo, como una etiqueta injusta y peyorativa.
En cualquier caso, siempre fue muy claro de qué se hablaba cuando se hablaba de minimalismo.
Sus principales protagonistas, Steve Reich, Philip Glass, La Monte Young y Terry Riley, todos norteamericanos, todos estudiantes de música hacia fines de la década del 50, todos excelentes músicos, todos excelentes compositores, fueron absolutamente exitosos en el sentido riguroso del término y actores principales e insoslayables del enorme movimiento artístico y cultural que se desarrollaba básicamente en Nueva York en las décadas del 60 y del 70.
¿Qué tipo de música podía concitar tanto desdén y tanta admiración al mismo tiempo? Esta música controversial e inesperada, constituyó el último gran movimiento musical del siglo XX.
Respecto a las artes escénicas, las expresiones del minimalismo estuvieron muy ligadas a las artes visuales y a la música.
La obra más emblemática de esta corriente fue probablemente la ópera “Einsten on the beach” de Bob Wilson, Philip Glass y Lucinda Child.
Pero el minimalismo en las artes escénicas tuvo desarrollos muy diversos como las coreografías de Merce Cunningham de Trisha Brown o Anne Therese de Keesmaker, las performances de Robert Rauschenberg, o las últimas obras de Samuel Beckett.
El impulso del minimalismo nunca se detuvo, como lo demuestra su proyección clara en instalaciones, performances ballets o puestas de ópera.
En este seminario haremos un relevamiento de la producción musical y escénica de este movimiento y examinaremos su legado.